Viaje a Alaska en una Kangoo: su paso por Bolivia
Flor y Gaby recorrieron Villazón, Tupiza, Potosí, Uyuni, Sucre, Oruro, Cochabamba, Santa Cruz, La Paz, Chulumani, Coroico y Copacabana.
El pasado 9 de julio -el Día de la Independencia- Florencia, una Licenciada en Comercio Internacional y, Gabriel, un Director de Fotografía, partían desde Buenos Aires para dar comienzo a su sueño de recorrer toda América (21 países), a bordo del auto de Gaby, una Renault Kangoo Authentic 1.6 16V de 2006 con aire acondicionado. Su viaje, con destino a Alaska, lo llamaron: “Te Quiero hasta Alaska.”
Florencia y Gabriel ya llevan recorridos desde que salieron de Argentina, 9.940 kilómetros. En este momento se encuentran en Huanchaco, cerca de Trujillo, al norte de Perú.
En Bolivia estuvieron casi un mes y medio (42 días). Conocieron las siguientes ciudades del país vecino: Villazón, Tupiza, Potosí, Uyuni, Sucre, Oruro, Cochabamba, Santa Cruz, La Paz, Chulumani, Coroico y Copacabana. En total recorrieron 2.760 kilómetros con 220 litros y realizaron más 1000 kilómetros en el bus a Santa Cruz (ida/vuelta).
A continuación nos contarán con sus palabras como la pasaron en este casi mes y medio en Bolivia.
La entrada a Bolivia: “La Kangooneta en Argentina tuvo demasiado traqueteo, y antes de cruzar la frontera Flor me hizo prometerle que solo íbamos a andar por caminos asfaltados”, dijo Gaby.
“Entramos a Bolivia por La Quiaca-Villazón. Al llegar a Tupiza la llevamos a lavar porque ya era demasiada la suciedad que tenía debido a los excesivos caminos de ripio por los que veníamos andando”, dijo Flor.
“Había quedado impecable, pero no por mucho tiempo. A la media hora estábamos yendo al Sillar, una formación rocosa erosionada por el viento que tiene unas formas muy raras. El camino era de pura tierra. Y luego de llegar a ese increíble lugar, seguimos trepando la montaña con rumbo erróneo. Pensamos que si seguíamos, íbamos a ver el Sillar desde otra perspectiva. Al rato nos estábamos encajando por dejar pasar a unos camiones. La Kangooneta quedo igual de sucia que horas atrás”, dijo Gaby.
Las reglas de los caminos de Bolivia: “Al cambiar de país, descubrimos nuevas reglas, nuevos modos de manejar. Hay muchos puestos de control dónde está la policía, que nos paraba siempre y controlaba que estemos en regla. Lo que más miraban era el certificado de la aduana en el que dice el tiempo de permanencia en el país. También piden el botiquín de primeros auxilios, el matafuegos y el triángulo de balizas”, dijo Flor.
“Hay muchísimas camionetas 4x4, casi en su totalidad japonesas. En la ruta solo el 10% de los vehículos van con las luces bajas encendidas. La mayoría de las rutas que transitamos fueron por la montaña. Casi siempre estábamos superando los 3000 msnm. En Argentina nuestro récord fue llegar a los 5050 msnm, pero en Bolivia no lo sabemos porque no hay carteles indicando la altura. Pensamos que estuvimos muy cerca de la altura alcanzada en nuestro país, ya que la ciudad de Potosí se encuentra a los 4000 msnm. También eso fue una gran experiencia, no es lo mismo que manejar en Buenos Aires. Las ciudades como Potosí o La Paz, dónde las calles son angostas y casi todas en pendiente y con mucho tránsito, donde los autos se pegan unos con otros y no tenés lugar para que en una subida el auto se vaya apenas para atrás. Por supuesto que aprendimos, pero también fue muy estresante, encima las bocinas son constantes. Hoy en día intentamos casi no entrar a las grandes ciudades, porque la mayoría del tiempo estamos en lugares muy tranquilos y cuando llegamos a las ciudades es un choque muy fuerte de sensaciones”, dijo Gaby.
“Además de las distancias, siempre hay que preguntar por tiempo en que se tarda en hacer un determinado trayecto. Por ejemplo, para hacer 150 km por asfalto hemos tardado 4 hs. Normalmente el que tiene paso en los caminos angostos es el que sube. Esto no sucede en Bolivia, siempre nosotros teníamos que dejar el paso”, dijo Flor.
“Manejan muy rápido y pasan autos o camiones en las curvas sin poder ver si viene algún vehículo en la mano contraria. Varias veces tuvimos que bajar la velocidad para darles tiempo a terminar de adelantarse. Un verdadero peligro. Los carteles de las velocidades máximas son muy correctos, ya que no podrías ir más rápido de lo que indican, sea porque vas en subida y el auto no puede ir a más velocidad o porque agarras una curva donde si vas más rápido es muy peligroso. Y si hay una variación, si la máxima disminuye, lo hace gradual, nunca pasa de 80 a 30 km/h de repente”, dijo Gaby.
El estado de las rutas y caminos de Bolivia: “El 90% de las rutas se encuentran en perfectas condiciones. Las únicas no recomendables son las de Sucre a Cochabamba, y la de Tupiza a Uyuni que tampoco recorrimos. Y de Cochabamba a Santa Cruz fuimos en bus porque era más económico que ir con la Kangooneta, y como viajamos de noche, aprovechamos para dormir, así que no sabemos si está mal o no”, dijo Flor.
“Estando en La Paz, teníamos pensado ir a Coroico por la “famosa ruta de la muerte”. Pero días antes fuimos a Chulumani. Y ese fue nuestro camino de la muerte. Hicimos 120 Km en 7 hs por ruta de tierra y con lluvia constante, el camino era muy resbaladizo y el primer tramo con muchas piedras, la Kangooneta llego a estar en 3 ruedas!! Al comienzo pasamos por una gran y linda nevada, la primera del viaje”, dijo Gaby.
El combustible boliviano: “Las estaciones de servicio, llamadas gasolineras, son muy distintas a las de Argentina. La mayoría son inhóspitas, con pocos servicios, algunas sin baños, no hay aire para las cubiertas ni para comprar algo para comer o beber. Aunque lo único que realmente extrañamos fue la máquina de agua caliente para el mate. El combustible es muy malo. Nosotros cada vez que cargábamos le agregábamos un aditivo para elevar el octanaje. Por las dudas nuestro amigo y mecánico nos recomendó llevar varios filtros de combustible”, dijo Gaby.
“El precio de la gasolina por litro es de Bs 9.11 (U$S 1.33) y para los bolivianos es de Bs 3.74 (U$S 0.55), ya que está subsidiada por el estado. Varios viajeros nos habían contado que no les quisieron vender combustible. A nosotros esto nos pasó una sola vez, pero charlando enseguida revertimos la situación”, dijo Flor.
La bendición de la Kangoo para seguir viaje: “En Copacabana, al norte de Bolivia, es tradición Challar (bendecir) el auto. Vimos autos de Bolivia, Argentina y Perú. Ahí estacionamos junto a unos argentinos en Combi y unos franceses en una 4x4 japonesa. La idea era ir todos juntos a challar los autos, pero al final no lo hicimos. Cuando la 4x4 se quiso despedir, no pudo arrancar, se había quedado sin batería, y eso que llevaba 3!!!”, dijo Flor.
“A la tarde fuimos a dar una vuelta con la Kangooneta y comenzó a fallar, a hacer unos tironeos. Pensamos que se había ensuciado el filtro de combustible o que se habían tapado los inyectores. Enseguida dijimos, hay que challarla! Cumplimos con la tradición y por las dudas también le cambiamos el filtro de combustible. En la Kangooneta es un poco incómodo hacerlo sin una fosa, pero me tiré al piso y lo cambié. La arrancamos, probamos unas cuadras y funcionaba perfecto! Y de ahí rumbo a la frontera para cruzar a Perú”, dijo Gaby.
Para saber más del viaje de Florencia y Gabriel, leer los siguientes artículos:
- Viaje a Alaska en una Kangoo: ¡Una Locura Maravillosa!
- Viaje a Alaska en una Kangoo: su paso por Argentina
En su Blog y su Facebook cuentan con sus palabras y con fotos todo lo que les sucede en el viaje. Además pueden ver cómo fue la puesta a punto de la Renault Kangoo.
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