Te quiero hasta Alaska: un viaje de 2 años y medio a bordo de una Kangoo
Florencia y Gabriel recorrieron toda América (+70 de mil km). Vivieron una aventura maravillosa conociendo 20 países. Partieron el 9 de julio de 2013 y regresaron a Buenos Aires el 18 de noviembre de 2015.
A mediados del 2013, una Licenciada en Comercio Internacional y un Fotógrafo se propusieron recorrer toda América, con el objetivo de disfrutar, de conocer gente y de
aprender de otras culturas. Y así lo hicieron. Llegaron a Alaska, a fines del año pasado, después de haber pasado por 20 países (ver mapa abajo).
Flor y Gaby vivieron esta aventura a bordo de una Renault Kangoo Authentic 1.6L 16V de 2006 con aire acondicionado, la cual tuvo varios chequeos mecánicos antes de emprender el largo recorrido.
Partieron el 9 de julio de 2013. “El 9 de julio de 2013 pusimos en marcha la Kangooneta, nuestra fiel compañera de viaje, y partimos hacia lo desconocido”, dicen los viajeros. Llegaron a Buenos Aires, “después de haber viajado por 2 años y medio”, el 18 de noviembre de 2015. Y afirmaron que fue lo mejor que les paso: “Podemos afirmar que fue una de las mejores decisiones que tomamos en nuestra vida.”
Su aventura la pueden conocer en detalle en su blog: “Te Quiero hasta Alaska.”
Lo más importante para ellos no fue el destino, sino lo que vivieron en el camino: “No sabíamos cuánto duraría, si nos gustaría o si querríamos volver a casa después de un tiempo. Nos habíamos propuesto unir el continente americano, desde Argentina hasta Alaska, siempre sabiendo que lo importante no era el destino o la meta, sino todo lo que nos pasara en el camino.”

El mapa con todos los países recorridos - Click en la imagen para ver más grande.
Países recorridos: Argentina, Bolivia, Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Brasil, Guyana, Surinam, Guyana Francesa, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, Belice, México, Estados Unidos (Alaska) y Canadá.
El viaje trajo consigo a su hijo, Oli. “Hoy nos encontramos en Buenos Aires esperando la llegada de nuestro hijo Oli, gestado en Canadá, después de Alaska. Este futuro viajerito, con tan solo 7 meses en la panza, ya estuvo en más lugares de los que podrá recordar, pero ahí vamos a estar nosotros para contarle una y otra vez las anécdotas del viaje”.
La Kangoo no solo fue el vehículo con el cual recorrieron toda América, sino también fue su casa. “Durante el viaje vivimos en nuestro auto, un Renault Kangoo que apodamos cariñosamente la Kangooneta, donde dormíamos, cocinábamos y hasta nos bañábamos en la ducha que construimos en el portaequipajes. No podemos negar que por momentos fue duro, sobre todo cuando el clima era muy frío o con lluvia, pero gracias a la generosidad de las personas que íbamos conociendo en el camino y que nos invitaban a sus casas, se hacía más llevadero. Además, nos permitía acampar en lugares a los que nunca hubiéramos imaginado llegar. Como siempre decíamos, nuestra casa podrá tener 4 metros cuadrados, pero al abrir el portón trasero, nuestro patio es América!”, dijeron los viajeros.
Récord
de altura en Argentina - Click en la imagen para ver más grande.
Lo mejor del viaje fue haber compartido momentos con desconocidos:
“Lo mejor de lo mejor es la experiencia de compartir momentos con otras personas, de distintos países, con costumbres y tradiciones completamente diferentes, con otras formas de pensar y de ver la vida. Fue muy enriquecedor para nosotros poder entrar por un tiempo en la casa de alguien y ver cómo viven, comer lo que comen e intercambiar experiencias, a veces sin siquiera intercambiar palabra, porque no hablábamos el mismo idioma”.
“Al alejarnos de las ciudades lográbamos conectar mucho con la naturaleza, ver paisajes que no sabíamos que existían, sorprendernos con animales en libertad que tampoco conocíamos, poder acampar en el medio del bosque, lavarte la cara por la mañana con el agua helada del río que corría al lado nuestro, ser testigos de noches oscuras con más estrellas de las que podríamos imaginar y poder presenciar fenómenos que te vuelan la cabeza como las auroras boreales”.
“Por todo esto y más volvemos a decir que el viaje fue una de las mejores decisiones que tomamos en nuestra vida”, dijeron los viajeros.

Perú Paracas - Click en la imagen para ver más grande.
-¿Por qué elegimos viajar en una Renault Kangoo?
“Fue una decisión muy sencilla. Era el vehículo que teníamos previo al viaje. Tenía 110 mil kilómetros, sabíamos del excelente estado en que se encontraba, de su amplitud para poder guardar nuestra ropa, la comida y poder dormir dentro. Conocíamos muy bien sus habilidades ya que en años anteriores habíamos recorrido un tramo muy difícil de la ruta 40 superando los 4900 msnm en el Abra del Acay. Y por encima de todo, nuestro fanatismo por la marca del rombo. Ambos aprendimos a manejar en un Renault. Tuvimos un R11, un Clio y nos han prestado un Laguna año 99 en el cual recorrimos la Patagonia”, dijeron los viajeros.
Renault Kangoo (ficha técnica):

Ruta 66 - Click en la imagen para ver más grande.
La Kangoo nunca los dejo en el camino: “Nunca tuvo una falla mecánica que logre detenernos ni dejarnos en el camino.” Y tampoco tuvo pinchaduras: “No hemos pinchado nunca, solo cortado una cubierta contra una piedra en Ecuador”.
“Le fuimos haciendo el mantenimiento necesario: Cambio de aceite y filtros en tiempo y forma (salvo en Ecuador que no conseguimos el aceite que queríamos), chequeo de tren delantero y rotación de cubiertas”, afirmaron los viajeros.
Las fallas más importantes que tuvo la Kangoo fueron:
“En Bolivia, en el Lago Titicaca (el lago que se encuentra a mayor altura en el mundo), casi en la frontera con Perú, la Kangoo tironeaba. Decidimos cambiar el filtro de combustible (ya que en ese país el octanaje de la nafta es menor), y problema resuelto.”
“En Panamá empezamos a sentir un ruido que venía de los rodillos de las correas. Suponemos que fue por el lodo rojizo que cubría todo el motor, recuerdo de nuestro pasó por las Guyanas. Lo solucionamos cambiando las dos correas, rodillos y tensores. Faltaban 15 mil kilómetros para ese cambio, pero preferimos hacerlo para prevenir.”
“En Guatemala falló el sensor de temperatura. La solución fue manejar mirando constantemente la temperatura y cuando se elevaba al límite, prendíamos el aire acondicionado para que se encendiera el electro hasta que llegamos a la Capital, donde conseguimos el repuesto.”

Guyana - Click en la imagen para ver más grande.
“En México, último país del viaje con presencia de Renault (ya que en Estados Unidos y Canadá no hay), recibimos la ayuda de la marca para el último service oficial, donde chequaron el estado general del auto, nos cambiaron las 4 cubiertas, los 4 amortiguadores y las patas de motor.”
“Al irnos de México fuimos a un tornero para que nos fabrique lo que sería la llave para aflojar el tapón de aceite del cárter, el cual utilizamos en Estados Unidos para realizar nosotros mismos los cambios de aceite (el usado lo llevábamos a plantas de reciclado)”, afirmaron los viajeros.
En Canadá el arreglo fue todo un desafío para el mecánico (hacía 20 años que no veía un Renault, ya que en ese mercado la marca francesa no está presente desde los años 80s):
“Al llegar a Inuvik, Canadá (dentro del Círculo Ártico), comenzamos a escuchar un roce. Pensamos que venía de las correas y para verificar su estado, tuvimos que sacar la correa de accesorios y la pata de motor para tener acceso a la correa de distribución. Luego de manejar 20 mil km con ese roce pero sin descubrir qué era lo que lo originaba, se comenzó a sentir un ruido terrible: al abrir el capó descubrimos que se había roto la polea del alternador”.
“Nos encontrábamos en un pequeño pueblo al este de Canadá, donde uno de los dos únicos mecánicos del pueblo tomó nuestro caso como un desafío (hacía 20 años que no veía un Renault). Luego de contactarse con todos los distribuidores del país y de obtener respuestas negativas, empezábamos a hacernos la idea de que debíamos encargar la pieza a México, Francia o incluso Argentina. Por suerte, revolviendo un galpón con cosas viejas, encontraron una polea de un viejo tractor de campo abandonado que le calzó como anillo al dedo”, afirmaron los viajeros.

Canadá Circulo Ártico - Click en la imagen para ver más grande.
La Kangoo se movió por tierra y barro como una 4x4:
“Definitivamente hay un camino que hicimos que sentimos es el más complicado que le tocó a la Kangooneta, y fue cuando decidimos ir a las Guyanas (Guyana, Surinam y Guyana Francesa), esos tres países de Sudamérica encerrados entre Brasil y Venezuela de los que poco se sabe en Argentina.“
“Para poder llegar a Georgetown, la capital de Guyana, tuvimos que atravesar 560 km de tierra y barro en plena selva rodeados de tucanes y monos aulladores, que incluso personas que lo habían hecho en 4x4 nos recomendaban no hacerlo. Pero nuestras ganas pudieron más y luego de superar los obstáculos, lo logramos dos veces -ida y vuelta-.”
“Lo hicimos en temporada seca (sin lluvias), pero a mitad de camino llovió y mucho. Tardamos 24 horas de manejo, lo que equivaldría a una velocidad promedio de 20 km/h. En varias oportunidades nos bajamos a medir la profundidad de los pozos con nuestras propias piernas, llegando casi hasta las rodillas. En uno de ellos vimos el agua trepar hasta el parabrisas y luego de pasarlo nos bajamos con las piernas temblando, levantamos el capó y volvimos a respirar cuando vimos que el agua había llegado hasta el filtro de aire pero no había chupado agua hacia el motor.”
A la altura de las nubes: “En el norte argentino nos hablaron de un lugar hermoso llamado Nazareno, y al decidir visitarlo no sabíamos con qué nos íbamos a encontrar. En lo más alto de la montaña, la falta de oxígeno no fue impedimento para que la Kangooneta nos ayude a superar un nuevo record de altura: los 5050 msnm. Aunque creemos que tal vez en Bolivia estuvimos más alto, este es el récord de altura comprobable con un cartel, ya que viajamos sin GPS.”

Llegada a Alaska - Click en la imagen para ver más grande.
La Kangoo en el Polo Norte: “Nos encontrábamos en Canadá, a tan solo 400 km de Alaska, y decidimos, una vez más, desviar el rumbo hacia el norte, superando la línea del Círculo Ártico. Nuevamente, teníamos por delante un camino de 740 km de ripio con piedra muy filosa (está hecha de conchillas) hasta el pueblo de Inuvik (donde termina el camino), que deberíamos hacer 2 veces, igual que el de Guyana -ida y vuelta-.”
“Viajamos con bastante miedo porque la mayoría pincha o revienta más de una cubierta, pero no fue nuestro caso. Debimos cruzar 2 ríos en ferry (en caso de haber estado allí en invierno, los ríos estarían congelados y podríamos haberlos cruzado directamente manejando -la capa de hielo que se forma es de aproximadamente 1,5 metros-.”
“Sentir que estás viajando hacia “el fin del mundo” le da una cuota de adrenalina difícil de explicar. A lo largo del camino atravesamos paisajes deslumbrantes, como la Tundra del ártico y el parque Nacional Tumbstone; vimos animales salvajes, entre ellos alces y osos; y vivimos 24 horas de día, ya que el sol nunca se escondía”, afirmaron los viajeros.
La aventura podría continuar en el futuro: “Y como los sueños no se terminan, sino que van evolucionando, está en nuestra mente conducir por la ruta de hielo que nos llevaría desde Inuvik hasta el Océano Ártico. Solo es posible hacer este camino en el invierno cuando el río se congela (y esa es la ruta) debido a las temperaturas inferiores a los 30° bajo cero. Creemos que sería un lindo desafío.”
Flor y Gaby vivieron esta aventura a bordo de una Renault Kangoo Authentic 1.6L 16V de 2006 con aire acondicionado, la cual tuvo varios chequeos mecánicos antes de emprender el largo recorrido.
Partieron el 9 de julio de 2013. “El 9 de julio de 2013 pusimos en marcha la Kangooneta, nuestra fiel compañera de viaje, y partimos hacia lo desconocido”, dicen los viajeros. Llegaron a Buenos Aires, “después de haber viajado por 2 años y medio”, el 18 de noviembre de 2015. Y afirmaron que fue lo mejor que les paso: “Podemos afirmar que fue una de las mejores decisiones que tomamos en nuestra vida.”
Su aventura la pueden conocer en detalle en su blog: “Te Quiero hasta Alaska.”
Lo más importante para ellos no fue el destino, sino lo que vivieron en el camino: “No sabíamos cuánto duraría, si nos gustaría o si querríamos volver a casa después de un tiempo. Nos habíamos propuesto unir el continente americano, desde Argentina hasta Alaska, siempre sabiendo que lo importante no era el destino o la meta, sino todo lo que nos pasara en el camino.”

El mapa con todos los países recorridos - Click en la imagen para ver más grande.
Países recorridos: Argentina, Bolivia, Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Brasil, Guyana, Surinam, Guyana Francesa, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, Belice, México, Estados Unidos (Alaska) y Canadá.
El viaje trajo consigo a su hijo, Oli. “Hoy nos encontramos en Buenos Aires esperando la llegada de nuestro hijo Oli, gestado en Canadá, después de Alaska. Este futuro viajerito, con tan solo 7 meses en la panza, ya estuvo en más lugares de los que podrá recordar, pero ahí vamos a estar nosotros para contarle una y otra vez las anécdotas del viaje”.
La Kangoo no solo fue el vehículo con el cual recorrieron toda América, sino también fue su casa. “Durante el viaje vivimos en nuestro auto, un Renault Kangoo que apodamos cariñosamente la Kangooneta, donde dormíamos, cocinábamos y hasta nos bañábamos en la ducha que construimos en el portaequipajes. No podemos negar que por momentos fue duro, sobre todo cuando el clima era muy frío o con lluvia, pero gracias a la generosidad de las personas que íbamos conociendo en el camino y que nos invitaban a sus casas, se hacía más llevadero. Además, nos permitía acampar en lugares a los que nunca hubiéramos imaginado llegar. Como siempre decíamos, nuestra casa podrá tener 4 metros cuadrados, pero al abrir el portón trasero, nuestro patio es América!”, dijeron los viajeros.

Lo mejor del viaje fue haber compartido momentos con desconocidos:
“Lo mejor de lo mejor es la experiencia de compartir momentos con otras personas, de distintos países, con costumbres y tradiciones completamente diferentes, con otras formas de pensar y de ver la vida. Fue muy enriquecedor para nosotros poder entrar por un tiempo en la casa de alguien y ver cómo viven, comer lo que comen e intercambiar experiencias, a veces sin siquiera intercambiar palabra, porque no hablábamos el mismo idioma”.
“Al alejarnos de las ciudades lográbamos conectar mucho con la naturaleza, ver paisajes que no sabíamos que existían, sorprendernos con animales en libertad que tampoco conocíamos, poder acampar en el medio del bosque, lavarte la cara por la mañana con el agua helada del río que corría al lado nuestro, ser testigos de noches oscuras con más estrellas de las que podríamos imaginar y poder presenciar fenómenos que te vuelan la cabeza como las auroras boreales”.
“Por todo esto y más volvemos a decir que el viaje fue una de las mejores decisiones que tomamos en nuestra vida”, dijeron los viajeros.

Perú Paracas - Click en la imagen para ver más grande.
-¿Por qué elegimos viajar en una Renault Kangoo?
“Fue una decisión muy sencilla. Era el vehículo que teníamos previo al viaje. Tenía 110 mil kilómetros, sabíamos del excelente estado en que se encontraba, de su amplitud para poder guardar nuestra ropa, la comida y poder dormir dentro. Conocíamos muy bien sus habilidades ya que en años anteriores habíamos recorrido un tramo muy difícil de la ruta 40 superando los 4900 msnm en el Abra del Acay. Y por encima de todo, nuestro fanatismo por la marca del rombo. Ambos aprendimos a manejar en un Renault. Tuvimos un R11, un Clio y nos han prestado un Laguna año 99 en el cual recorrimos la Patagonia”, dijeron los viajeros.
Renault Kangoo (ficha técnica):
- Alias: La Kangooneta
- Motor: 1.6 16V (K4M)
- Combustible: Naftero
- Año: 2006 (la tenemos desde el 2009)
- Días de viaje: 862
- Países recorridos: 20
- Km al comienzo del viaje: 110.363 Km
- Km recorridos: 72.751 Km + 5.451 Km en otros medios de transporte
- Litros de nafta: 6.033
- Consumo de combustible: 12.12 km x litro
- Consumo de aceite: ninguno
- Consumo de agua: ninguno
- Durante todo el viaje
la Kangooneta estuvo cargada a su máxima capacidad: 1.620 kilos.

Ruta 66 - Click en la imagen para ver más grande.
La Kangoo nunca los dejo en el camino: “Nunca tuvo una falla mecánica que logre detenernos ni dejarnos en el camino.” Y tampoco tuvo pinchaduras: “No hemos pinchado nunca, solo cortado una cubierta contra una piedra en Ecuador”.
“Le fuimos haciendo el mantenimiento necesario: Cambio de aceite y filtros en tiempo y forma (salvo en Ecuador que no conseguimos el aceite que queríamos), chequeo de tren delantero y rotación de cubiertas”, afirmaron los viajeros.
Las fallas más importantes que tuvo la Kangoo fueron:
“En Bolivia, en el Lago Titicaca (el lago que se encuentra a mayor altura en el mundo), casi en la frontera con Perú, la Kangoo tironeaba. Decidimos cambiar el filtro de combustible (ya que en ese país el octanaje de la nafta es menor), y problema resuelto.”
“En Panamá empezamos a sentir un ruido que venía de los rodillos de las correas. Suponemos que fue por el lodo rojizo que cubría todo el motor, recuerdo de nuestro pasó por las Guyanas. Lo solucionamos cambiando las dos correas, rodillos y tensores. Faltaban 15 mil kilómetros para ese cambio, pero preferimos hacerlo para prevenir.”
“En Guatemala falló el sensor de temperatura. La solución fue manejar mirando constantemente la temperatura y cuando se elevaba al límite, prendíamos el aire acondicionado para que se encendiera el electro hasta que llegamos a la Capital, donde conseguimos el repuesto.”

Guyana - Click en la imagen para ver más grande.
“En México, último país del viaje con presencia de Renault (ya que en Estados Unidos y Canadá no hay), recibimos la ayuda de la marca para el último service oficial, donde chequaron el estado general del auto, nos cambiaron las 4 cubiertas, los 4 amortiguadores y las patas de motor.”
“Al irnos de México fuimos a un tornero para que nos fabrique lo que sería la llave para aflojar el tapón de aceite del cárter, el cual utilizamos en Estados Unidos para realizar nosotros mismos los cambios de aceite (el usado lo llevábamos a plantas de reciclado)”, afirmaron los viajeros.
En Canadá el arreglo fue todo un desafío para el mecánico (hacía 20 años que no veía un Renault, ya que en ese mercado la marca francesa no está presente desde los años 80s):
“Al llegar a Inuvik, Canadá (dentro del Círculo Ártico), comenzamos a escuchar un roce. Pensamos que venía de las correas y para verificar su estado, tuvimos que sacar la correa de accesorios y la pata de motor para tener acceso a la correa de distribución. Luego de manejar 20 mil km con ese roce pero sin descubrir qué era lo que lo originaba, se comenzó a sentir un ruido terrible: al abrir el capó descubrimos que se había roto la polea del alternador”.
“Nos encontrábamos en un pequeño pueblo al este de Canadá, donde uno de los dos únicos mecánicos del pueblo tomó nuestro caso como un desafío (hacía 20 años que no veía un Renault). Luego de contactarse con todos los distribuidores del país y de obtener respuestas negativas, empezábamos a hacernos la idea de que debíamos encargar la pieza a México, Francia o incluso Argentina. Por suerte, revolviendo un galpón con cosas viejas, encontraron una polea de un viejo tractor de campo abandonado que le calzó como anillo al dedo”, afirmaron los viajeros.

Canadá Circulo Ártico - Click en la imagen para ver más grande.
La Kangoo se movió por tierra y barro como una 4x4:
“Definitivamente hay un camino que hicimos que sentimos es el más complicado que le tocó a la Kangooneta, y fue cuando decidimos ir a las Guyanas (Guyana, Surinam y Guyana Francesa), esos tres países de Sudamérica encerrados entre Brasil y Venezuela de los que poco se sabe en Argentina.“
“Para poder llegar a Georgetown, la capital de Guyana, tuvimos que atravesar 560 km de tierra y barro en plena selva rodeados de tucanes y monos aulladores, que incluso personas que lo habían hecho en 4x4 nos recomendaban no hacerlo. Pero nuestras ganas pudieron más y luego de superar los obstáculos, lo logramos dos veces -ida y vuelta-.”
“Lo hicimos en temporada seca (sin lluvias), pero a mitad de camino llovió y mucho. Tardamos 24 horas de manejo, lo que equivaldría a una velocidad promedio de 20 km/h. En varias oportunidades nos bajamos a medir la profundidad de los pozos con nuestras propias piernas, llegando casi hasta las rodillas. En uno de ellos vimos el agua trepar hasta el parabrisas y luego de pasarlo nos bajamos con las piernas temblando, levantamos el capó y volvimos a respirar cuando vimos que el agua había llegado hasta el filtro de aire pero no había chupado agua hacia el motor.”
A la altura de las nubes: “En el norte argentino nos hablaron de un lugar hermoso llamado Nazareno, y al decidir visitarlo no sabíamos con qué nos íbamos a encontrar. En lo más alto de la montaña, la falta de oxígeno no fue impedimento para que la Kangooneta nos ayude a superar un nuevo record de altura: los 5050 msnm. Aunque creemos que tal vez en Bolivia estuvimos más alto, este es el récord de altura comprobable con un cartel, ya que viajamos sin GPS.”

Llegada a Alaska - Click en la imagen para ver más grande.
La Kangoo en el Polo Norte: “Nos encontrábamos en Canadá, a tan solo 400 km de Alaska, y decidimos, una vez más, desviar el rumbo hacia el norte, superando la línea del Círculo Ártico. Nuevamente, teníamos por delante un camino de 740 km de ripio con piedra muy filosa (está hecha de conchillas) hasta el pueblo de Inuvik (donde termina el camino), que deberíamos hacer 2 veces, igual que el de Guyana -ida y vuelta-.”
“Viajamos con bastante miedo porque la mayoría pincha o revienta más de una cubierta, pero no fue nuestro caso. Debimos cruzar 2 ríos en ferry (en caso de haber estado allí en invierno, los ríos estarían congelados y podríamos haberlos cruzado directamente manejando -la capa de hielo que se forma es de aproximadamente 1,5 metros-.”
“Sentir que estás viajando hacia “el fin del mundo” le da una cuota de adrenalina difícil de explicar. A lo largo del camino atravesamos paisajes deslumbrantes, como la Tundra del ártico y el parque Nacional Tumbstone; vimos animales salvajes, entre ellos alces y osos; y vivimos 24 horas de día, ya que el sol nunca se escondía”, afirmaron los viajeros.
La aventura podría continuar en el futuro: “Y como los sueños no se terminan, sino que van evolucionando, está en nuestra mente conducir por la ruta de hielo que nos llevaría desde Inuvik hasta el Océano Ártico. Solo es posible hacer este camino en el invierno cuando el río se congela (y esa es la ruta) debido a las temperaturas inferiores a los 30° bajo cero. Creemos que sería un lindo desafío.”